Mes: diciembre 2012

Rastrillo

2012_12_23_rastrilloEl pasado sábado 15 de diciembre, los alumnos de 4.º de ESO organizábamos el Rastrillo Navideño benéfico como es costumbre desde hace catorce años.

Ya en las primeras tutorías de curso nos recordaban que le íbamos a tener que dedicar muchos días. Pero hasta unas tres semanas antes del Rastrillo no empezamos con el trabajo real.

Había muchísimas tareas que hacer que se tuvieron que repartir entre todos. Lo primero era dibujar carteles para hacer publicidad por todo el recinto del colegio, que fueron de lo más variopintos. Además, a cada clase se le encomendó una manualidad: botellas decoradas, pulseras con las anillas de las latas, broches de serpentina… y a algunos de nosotros el diseño para las camisetas, un gran cartel para colocar en el hall o pasar por las clases a vender papeletas y promocionar el Rastrillo.

Las tardes de los miércoles muchos nos acercábamos a las salas de grupo del edificio nuevo a poner los precios a todas las cosas que nos iban llegando y a seguir con las manualidades, que hasta el día antes del Rastrillo no estaban del todo acabadas.

El sábado por la mañana habíamos quedado a las 8:30 para prepararlo todo, lo que despertó las quejas de los más perezosos. Cuando empezamos a colocar las cosas  con las mesas puestas, parecía que las bolsas no se iban a acabar nunca. También llegaban tartas y dulces, que fueron de lo más exitoso del mercadillo. Y a las 9 y pico ya comenzaba a llegar gente.  Aun teniendo la jornada de deporte escolar por medio, entre todos fuimos capaces de que ni los puestos ni los juegos que habíamos organizado (encestar bolas en vasos, futbolín, dardos…) quedaran descuidados en ningún momento.  A las 14:00, cuando los soportales iban vaciándose, los que habían aguantado toda la mañana empezaron a recoger lo que había sobrado y así terminó el rastrillo.

Gracias a la colaboración de alumnos, profesores, padres y madres, este año en total se recaudaron 5800€, los cuales irán destinados a partes iguales a Caritas de la Parroquia y a las misiones de los PP. Agustinos en Latinoamérica.

Sin duda el esfuerzo ha merecido la pena y, además, para ser sinceros, también ha sido una experiencia divertida.

Guillermo Solana Vera

 

Ilusiones, fantasía y valores

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Los libros son espejos:

solo se ve en ellos lo que uno ya lleva dentro.

Carlos Ruiz Zafón

El relato corto, al margen de su función lúdica y estética, se ha utilizado frecuentemente como vehículo de ideas abstractas por sus especiales características de sencillez, concreción y brevedad. Sencillez porque se maneja un número limitado de personajes, que además desarrollan un perfil centrado en una o dos de sus características. Lo que ayuda a concentrarnos en un asunto único y permite, a su vez, llegar al desenlace de un modo relativamente rápido sin entretenernos por las ramas.

Eso significa que se dejan de lado muchos detalles que no afectan a la trama principal, y esas ausencias suelen dar la sensación de vacío en el tejido hilvanado de las ideas porque nos gusta «dejar los cabos bien atados». Ya tenemos el ingrediente principal para desatar la fantasía de los lectores a través de un montón de preguntas con multitud de respuestas posibles. Esas preguntas que nos hacemos y sus respuestas forman un conjunto único que detalla la historia y, a veces, la prolonga hasta donde nuestras inquietudes y nuestra curiosidad nos quieran llevar.

Si alguna vez os ha llamado la atención de que vuestros hijos os hagan un montón de preguntas después de leer juntos un cuento, ya tenéis la respuesta: echan en falta muchos detalles intencionadamente escamoteados de la historieta. Los adultos no solemos fijarnos en ellos porque lo leído y lo vivido permite a nuestro cerebro rellenar automáticamente los huecos mediante un cálculo complejo de probabilidades, dando por sentadas muchas cosas basadas en la experiencia de cada cual.

Y si al final no son capaces de rellenar los detalles que echan de menos, perderán el interés por lo que han leído y no les dejará huella. Es fundamental atender satisfactoriamente el diálogo intenso a que nos someten, para que no pierdan la ilusión despertada hasta que sean capaces de «quedarse con el meollo» del trasfondo del cuento y aprecien los valores éticos o «la moraleja» que hay detrás.

Por eso es tan útil emplear el cuento para mantener y desarrollar los tres aspectos que hemos tratado, pero hay que programarlo cuidadosamente aunque desde fuera tenga que verse como «el juego de contar cuentos». En la actividad extraescolar de Animación a la lectura se seleccionan los cuentos para mantener la ilusión de los niños, relacionando los temas con sus propios intereses y gustos; se utiliza el recurso del teatro para que se sientan protagonistas y puedan personalizar los detalles que echan en falta en el cuento leído; y se cuidan los valores que se transmiten, potenciando la colaboración en equipo y evitando los prejuicios y las descalificaciones.

Este curso empezamos con los deseos de los cuentos de «La caja de música» y, por supuesto, pedimos nuestro deseo: ir a la feria del Barrio del Pilar. Allí nos encontramos con Pupi comiendo dulces de algodón e inventamos un cuento en el que nos montamos en el tren de la bruja y después jugamos a buscar los seis anillos escondidos en «La casa encantada». Al salir de la casa nos encontramos con Hansel y Gretel y les acompañamos hasta la «La casita de chocolate», donde aprendimos a hacer tartas de chuches y confeti fijándonos en la bruja.2012_12_23_ricitos

Cuando logramos escaparnos, salimos corriendo hasta llegar a una linda casita, era «La casa de los tres Osos» y vimos a Ricitos de Oro tomándose la sopa del osito pequeño. Con «Mi maleta para jugar a Ricitos de Oro» nos divertimos creando nuestras propias historias, qué risas.

Aprovechando el día mundial del niño nos fuimos con el «Barredor de tristezas» del «Cuaderno de a bordo» de Edelvives, y le dimos un buen barrido a las tristezas que nos encontramos en nuestro viaje. Barriendo, barriendo, nos convertimos en hada madrina y conocimos a Cenicienta y a sus hermanas Potonga y Turula, más feas que un ogro, más malas que un dolor de muelas y más tontas que una calabaza.

2012_12_23_cuentos_de_navidadPara preparar la Navidad durante el adviento hemos disfrutado leyendo los siguientes Cuentos de Navidad del libro «Una historia para cada día de adviento»: «La primera Navidad», «El pequeño abeto», «Rodolfo, el reno» y «La cerillera». Con ellos recordamos que la grandeza de la Navidad está en el corazón de las personas que la viven con sinceridad.

Y por último, nos acercamos a la casita mágica donde vive Papá Noël. Allí le vimos jugando con sus duendes y a su gato descansando en el sofá después de que nos diese un paseo con su trineo y sus renos por todas las ciudades del mundo.

Como la Navidad es el tiempo más familiar de todo el año, en el que se recuerda lo que ha pasado y se comparten ilusiones venideras, os deseo unas Navidades de cuento en familia.

 Carmen Hurtado

La actividad de Animación a la lectura está dirigida por Carmen Hurtado y organizada por el A.P.A. del Colegio Valdeluz; lleva desarrollando su actividad cuatro años; y está orientada a los primeros lectores, que empiezan a descubrir parte del mundo a través de las letras que aprenden.

Navidad formateada

campanaEntré en unos grandes almacenes a comprar tarjetas navideñas. Había más de cien clases diferentes. Pero ninguna tenía lo que buscaba: algún dibujo bonito o una fotografía original de un misterio navideño, ya fuese de cuadro antiguo, de códice medieval, un diseño infantil o una creación étnica. Nada. La Sagrada Familia, el misterio de Belén, el Niño Jesús, no aparecían por ninguna parte. Eso, sí: muchas tarjetas con el árbol de Navidad lleno de regalos (quizá como mensaje subliminal invitando a comprarlos allí mismo) y bastantes papás noeles, con o sin ciervos, como icono único. Los arcos luminosos de las calles (todos de diseño, por supuesto) se han moderado mucho porque la corporación municipal no está para «belenes» (nunca mejor dicho), ya que se halla al borde de la quiebra como consecuencia de un despilfarro vertiginoso. Aún recuerdo un gigantesco abeto de hace pocos años, que costó un «congo», para pasmo y admiración de los viandantes. La Navidad ha dejado de ser cristiana para convertirse en la feria del regalo, el maratón de la comida y la bebida, la vorágine de la discoteca. Desde primeros de diciembre hemos cerrado las puertas del corazón a los itinerantes José y María, que buscaban donde guarecerse una noche porque ella estaba a punto de dar a luz, ya que tenemos la casa llena de invitados y de paquetes de regalos. No nos queda un rincón libre y la agenda la tenemos repleta de comidas de empresa y de cenas de amigos. Hemos disfrazado la Navidad porque no nos gustaba como era.

La Navidad no está ya ni en nuestra mesa ni en nuestra casa ni en nuestro corazón. Está en las filas del paro, en los hospitales, en las residencias de ancianos, en los comedores de indigentes, en las cárceles, en las pateras. Cada uno de los menesterosos, de esos «invisibles» que no vemos, es Jesús. Y la mejor tarjeta navideña podría ser la fotocopia de un permiso de residencia denegado o caducado, la carta de un despido laboral, el diagnóstico clínico de una enfermedad incurable, la sentencia de un juez, el menú de un comedor de CARITAS. Por eso este año yo no os deseo una Navidad feliz, sino una Navidad renovada en un corazón formateado. Y eso, sí: con las figuras de Jesús, María y el Niño, temblando de frío en su humilde portalico.

José M.ª Torrijos, O. S. A.

El tiempo perdido

2012-12-15_relojCuando mi hijo era pequeño, de dos o tres años, un día tiró un coche de juguete por la ventana, probablemente para comprobar si hacía mucho ruido al golpear el suelo, o tal vez para someter a su propio escrutinio la ley de la gravitación universal. Bajé corriendo a la calle para recogerlo y me encontré a unos señores mayores que habían observado la maniobra que me riñeron bastante molestos y escandalizados al haber visto pasar de cerca el proyectil arrojado desde nuestro piso.«¿Qué habría pasado si llega a darnos en la cabeza a uno de nosotros?», me dijo un señor.

Aunque ahora me hace gracia cuando recuerdo el episodio, en aquel momento estaba bastante enfadado con el niño y no tenía ganas de dar explicaciones. Ya intentaba yo por todos los medios ser un buen padre y estar pendiente de las travesuras infantiles sin necesidad de que nadie me lo dijera. «¿Qué se pensaba ese buen hombre?», me decía a mí mismo, «¿que yo no tenía otra cosa que hacer que perder el tiempo con los juguetes de mis niños?» No sé si me disculpé, pero sí recuerdo que dije una estupidez de este estilo: «si le hubiera dado a uno de ustedes, me temo que yo tendría que ir a la cárcel». Subí deprisa a casa y puse a buen recaudo el cochecito. Supongo que el experimento fue suficientemente satisfactorio para el niño porque no se repitió.

Hace falta mucha paciencia y hay que dedicar mucho tiempo a nuestros hijos. Sobra decir que ni lo uno ni lo otro son suficientes nunca. Tenemos demasiadas ocupaciones. La riqueza y el potencial que entraña cada niño son infinitos si se comparan con lo limitados que son nuestros recursos, no solo la paciencia y el tiempo, sino nuestra experiencia, conocimientos, saber hacer. Todo lo que podemos hacer es acompañarlos durante un tiempo en su caminar por la vida, domesticarlos un poco cuando son pequeños, cuidarlos con el cariño con que se cuida a una rosa, regándola con suavidad, apreciando su belleza y obviando sus espinas. El tiempo que dediquemos a nuestros niños queda grabado y nos hace responsables para siempre de su porvenir.

«El tiempo que perdiste con tu rosa hace que tu rosa sea tan importante. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa…».

Dedicado a mi madre, que me dio a conocer la sabiduría de El Principito, y a mi padre, por haber perdido tanto tiempo juntos domesticándome.

Antonio Ceballos